Al hilo de la entrada anterior me entero del dineral que ha costado la famosa cúpula de Miquel Barceló en la ONU y me llevo las manos a la cabeza.
No es que no haya que invertir en el arte, pero hay que reconocer que ni es el mejor momento (por la crisis) ni es el mejor sitio (la ONU) para hacer alardes de "poderío".
En ese sentido, me gusta más la idea de nuestro presidente que ha decidido que, mientras dure la crisis, los funcionarios recibirán unas dietas suficientes para hoteles de tres estrellas (y el resto se lo abonan ellos si quieren más lujo) y sobre todo me gusta el que el primero en asumirlo sea él mismo.
No se trata del ahorro, se trata del símbolo. Olé, Guillermo. Tienes mi reconocimiento.
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